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En Home, home again el artista juega con obras de pequeño formato llamadas Mental Maps, mapas personales que recopila a lo largo de sus viajes en cuanto llega a una nueva ciudad y a medida que avanza, los diversos mapas se van trenzando, enlazando, enredando a través de los viajes “como un inventario de vivencias”, brotando un manifiesto atemporal del mundo físico y el mundo mental, más gráfico que topográfico. En su estudio de Berlín, el artista se dedica a las Evasiones, cuadros gigantescos donde asimila fácilmente los matices sutiles de los destinos turísticos altamente populares y logra dislocarlos en formas brillantemente coloreadas, gráficos de alto impacto e iconografía pop, que a su vez producen un “efecto apocalíptico” de la realidad. Las obras no acaban siendo una simple mimesis del territorio, lo real adquiere otra realidad a través del registro de la memoria de Franz Ackermann.
Baudrillard recuerda un cuento de Borges sobre un mapa y nos advierte que “El territorio ya no precede al mapa, ni lo sobrevive. De aquí en adelante, es el mapa el que precede al territorio, es el mapa el que engendra el territorio […]”
En base a esto, Baudrillard señala que “en la era postmoderna el territorio ha dejado de existir y asegura que los receptores de la hiper-realidad desempeñan un papel pasivo”, sin embargo en la instalación de Ackermann casi sucede lo contrario, los receptores de sus obras se convierten en actores de éstas, transmitiéndoles los efectos del papel activo “el visitante parece una figura que ha salido del espacio de esos cuadros donde ya no hay seres humanos”.
Esta figuración hiper-real encontrará eco en las obras de Franz Ackermann, a la hora de “problematizar lo real” en términos de lenguaje pictórico, ofreciéndonos un rico entramado de posibilidades en la creación plástica junto con diversos elementos como vídeos, fotografías, planos y todo tipo de objetos tridimensionales. A su vez recalcando el término de Focault, los espacios consagrados por Ackermann aluden a la idea de heterotopías, que sugiere son “otros espacios que funcionan como contra-lugares socialmente construidos”, espacios diferentes que definen nuestra existencia y son capaces de aglomerarse en un solo lugar dando respuesta a los lugares y problemáticas en que vivimos.
En conclusión cada espacio activo de contemplación lleva implícito oposiciones morales, políticas y sociales tales como integración-marginación, inmigrantes-turistas y primer mundo-tercer mundo, donde lo real es concebido como una enorme instalación, un vasto mapa que precede al territorio o una red simultanea en espacio y tiempo donde cohabitan las contradicciones.